MARC BANAHE

Cuatro meses han pasado desde que llegué a Ghana, tengo que contaros como ha evolucionado mi trabajo y mi estancia, pero sobre todo como ha cambiado el paisaje.

Uno de los aspectos más fascinantes de vivir aquí ha sido ver cómo cambia el entorno natural entre la estación seca y la temporada de lluvias. Durante la estación seca, los paisajes se tiñen de un tono dorado y ocre, con una belleza austera que resalta la resistencia de la flora y fauna local. Sin embargo, con la llegada de las lluvias, todo se transforma: el paisaje se vuelve verde y exuberante, los ríos se llenan de vida, y el aire se siente más fresco y revitalizante. Este contraste es realmente algo que hay que vivir para comprender en su totalidad.

Este cambio también ha marcado el inicio de la cosecha, donde se puede ver a personas de todas las edades, azada en mano, piernas firmes y espalda curvada, labrando la tierra para sembrar desde mijo hasta arroz.

Mientras los paisajes cambian con las estaciones, la minería de oro en Ghana es una actividad que continúa durante todo el año. Una de las experiencias más emocionantes fue nuestra visita a las minas de oro. Tuve la oportunidad de entrar y experimentar de primera mano el arduo trabajo que implica la minería en Ghana. No es hasta que estás dentro que entiendes los desafíos y riesgos que enfrentan los mineros cada día. Lo más aterrador fue encontrarme en un agujero claustrofóbico, sin vigas ni pilares de seguridad que mantuvieran toda la tierra por encima. Golpear la roca de la pared con el cincel en mano se siente como una cuenta atrás antes de que todo se derrumbe.

Para que os hagáis una idea, cada túnel subterráneo tiene un dueño, y la gente de a pie pide permiso a los propietarios para entrar y probar suerte, dándoles a estos primeros un porcentaje de lo que encuentren. Esto hace que te puedas encontrar con personas que realmente lo toman como su trabajo de jornada completa, e incluso con jóvenes que se saltan algunas clases o abandonan la escuela para ayudar financieramente a sus familias. Todos ellos arriesgando sus vidas a cambio de una pequeña esperanza.

Además de explorar los paisajes y las minas, he tenido el privilegio de empezar un proyecto que consiste en enseñar a los locales a fabricar alpargatas utilizando materiales locales de gran calidad. Empezando por el yute que los granjeros llevan ya años cultivando como las telas locales de algodón que las costureras hacen día a día con unos diseños coloridos y vibrantes. Esta iniciativa no solo promueve el uso de recursos sostenibles, sino que también de mantenerse en el tiempo podría proporcionar una fuente adicional de ingresos para las familias.

Simultáneamente, he continuado con las clases de informática, ahora no solo en el centro de tecnología de Kongo, si no en el instituto de secundaria "Kongo Senior High School". La educación es una herramienta poderosa para el cambio, y enseñar a los estudiantes a utilizar el ordenador (especialmente herramientas como Excel) les proporciona habilidades valiosas que pueden aplicar en sus estudios y futuras carreras. Ver su progreso y entusiasmo por aprender ha sido una de las experiencias más satisfactorias de mi estancia aquí.




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